Para formar en un liderazgo femenino transformador, hay que educar también a los hombres

Educar a niños y niñas en la aceptación de las diferencias

Formar mujeres líderes, con el poder para transformar, requiere, entre otras cosas, educar en la equidad, en la justicia, en la empatía, en el reconocimiento y el valor de la diferencia, en la autenticidad y en la construcción de un mundo que ofrezca igualdad de oportunidades para todos. Esto implica el compromiso, la responsabilidad y la participación de toda la sociedad y en particular de los hombres.

En pleno siglo XXI, la presencia de mujeres en cargos de liderazgo sigue siendo una asignatura pendiente en muchos ámbitos, y aunque hemos avanzado en equidad de género, aún queda mucho por hacer. Para lograr un cambio real y duradero en este sentido, es fundamental educar a niñas y niños, desde pequeños, en valores, habilidades y competencias, que formen en la equidad y en un liderazgo femenino transformador.

Es necesario que  padres y educadores comprendamos la importancia de este tipo de liderazgo para la sociedad actual. Un liderazgo que privilegie, entre otras cosas, el ejemplo, la empatía, la determinación, la flexibilidad, la resiliencia, la colaboración, la inclusión y el compromiso social. Un liderazgo relacional que busque no solamente el beneficio propio, sino que tenga en cuenta las necesidades y demandas del entorno y trabaje para generar cambios positivos en las personas y en la sociedad. Que busque inspirar e influir en los seres humanos  para que trasciendan sus intereses personales y trabajen por el bien común. Un liderazgo que promueva la empatía, la creatividad, la innovación, la visión, el desarrollo del máximo potencial y que se base en la confianza y el respeto mutuo.

Promover el desarrollo de un liderazgo transformador, en el que las mujeres sean también protagonistas, en una cultura históricamente patriarcal, requiere educar a niños y niñas en la aceptación de las diferencias. El valor de la diferencia, de lo diverso, de lo incluyente, debe ser un acto intencional en el que se promuevan las mismas oportunidades, en el que se reconozcan y valoren los diferentes caminos, las diferentes habilidades, necesidades e intereses.

Implica también la educación socio emocional en los niños y en las niñas desde temprana edad, para que  desarrollen las habilidades que les permitan identificar, comprender y gestionar las emociones propias y así reconocer, comprender y aceptar las de los demás, para que sean sensibles y empáticos, para que reconozcan y valoren las diferencias,  para que puedan resolver conflictos de manera pacífica, a través del diálogo y para que desarrollen su capacidad de observación y escucha. Y esta es una tarea en la que tenemos que ser particularmente conscientes e intencionales en el caso de los niños, ya que los estereotipos culturales han generado en gran medida, una limitación en la formación en esta área, para la mayoría de los hombres.

Es necesario fomentar en niños y niñas la colaboración y la inclusión. La colaboración implica trabajar en equipo, compartir ideas y respetar las opiniones de los demás. La inclusión, por su parte, implica la integración de todas las personas, independientemente de sus características personales, culturales o de género. Fomentar estas habilidades en  niños y niñas desde pequeños, es fundamental para que puedan desarrollar un liderazgo transformador que tenga en cuenta la equidad de género.

Es imperativo que los padres y educadores promovamos en niños y niñas el compromiso social. Esto implica que comprendan la importancia de trabajar y esforzarse para mejorar el entorno en el que viven, desde pequeños. El compromiso social se puede fomentar de diversas formas, desde la participación en actividades solidarias hasta la promoción de valores como la justicia, la equidad, la sostenibilidad, la responsabilidad, la reciprocidad, la gratitud, el compromiso y el respeto.

Por último, es fundamental que, tanto en niñas como en niños,  se fortalezca  la confianza, la autonomía, la iniciativa y la empatía, como componentes fundamentales en la construcción de la seguridad en sí mismos y en los demás, pilares de unas relaciones sociales incluyentes, ya que permiten a las personas creer en sí mismas, en sus habilidades y valorar las de los demás. Para fomentar la autoestima y la confianza en los niños y niñas, es importante reconocer sus logros y fortalezas, e incentivar una actitud positiva frente a los errores y fracasos.

Algunas pautas  que pueden ser útiles en este proceso de formación, son las siguientes:

  1. Reconocer y valorar los logros: Es importante celebrar los logros, incluso los pequeños, ya que esto les permitirá reconocer su propio potencial, sentirse valorados y saber que cuentan con las herramientas para lograr lo que se proponen.
  2. Fomentar la exploración: Animar a niñas y niños a explorar sus intereses y habilidades puede ser una excelente manera de fomentar su confianza y autoestima. Al hacerlo, descubrirán lo que les gusta y lo que hacen bien, lo que puede motivarlos a seguir adelante.
  3. Crear un entorno seguro: Un ambiente seguro y libre de juicios permitirá que las niñas y niños se sientan cómodos siendo ellos mismos y expresando sus pensamientos y sentimientos sin temor a ser juzgadas o ridiculizados.
  4. Brindar oportunidades para liderar: Permitir a las niñas y niños asumir roles de liderazgo en actividades y proyectos, de manera colaborativa, les permitirá desarrollar habilidades de liderazgo relacional y aumentar su confianza en sí mismos y en los otros.
  5. Enfatizar las fortalezas: Alentarlos a enfocarse en sus fortalezas y habilidades en lugar de sus debilidades les permitirá tener una perspectiva más positiva y constructiva de sí mismos y de los otros y otras.
  6. Ofrecer apoyo y aliento: Proporcionar apoyo y aliento cuando enfrentan desafíos les ayudará a desarrollar la resiliencia y la confianza para superar los obstáculos.
  7. Enseñar a establecer metas: Enseñarles establecer metas alcanzables y realistas les permitirá sentirse más capacitados y motivados a medida que alcanzan esos objetivos, lo que produce orgullo y satisfacción. Cuando eso sucede es mucho más fácil valorar y reconocer los logros de los demás.
  8. Enseñar habilidades de resolución de problemas: El desarrollo de  habilidades de resolución de problemas les ayudará a sentirse más seguros y capaces de enfrentar situaciones difíciles y encontrar soluciones, especialmente si se trabaja de manera colaborativa.
  9. Dar un buen ejemplo: los padres y educadores debemos dar un buen ejemplo de equidad y respeto a través de sus acciones y comportamientos.
  10. Promover la empatía: enseñarles a ponerse en el lugar de las demás personas y a comprender sus perspectivas y experiencias.
  11. Ofrecer modelos de rol inclusivos: exponer a los niños a modelos de rol inclusivos y diversos, como personajes femeninos fuertes y exitosos en libros, películas y programas de televisión.
  12. Promover la educación sobre género: los padres y educadores debemos enseñar a los niños sobre los roles de género, los estereotipos de género y la diversidad de género.

Educar a los niños y a las niñas, de manera intencional, decidida y explícita en la construcción de una sociedad más justa, más equitativa y más incluyente, en la que la mujer desempeñe un papel preponderante, requiere de familias y educadores que crean en la fuerza y el poder transformador de la mujer, para que ayudemos a que nuestros niños y niñas aprendan a identificar y cuestionar los estereotipos de género que todavía persisten en nuestra sociedad, de manera que se privilegie una cultura y una ética del cuidado, del sentido y de la inclusión.

 

María del Rosario Concha

Rectora

Colegio Santa Francisca Romana